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Foto del escritorFer Blanco

Una obra más real que la del mundo

Actualizado: 10 jun 2020



Por Fer Blanco.


¿Cuál es tu relación con la muerte? ¿Y con la vida? ¿Lo pensaste alguna vez? La percepción del tiempo y del espacio no es la misma para todos. Algunos corren sin observar alrededor, otros se toman sus tiempos, respetan sus pausas y alimentan la curiosidad desde la contemplación. Hay quienes creen en la vida después de la muerte, y quienes no. Los rituales no son los mismos para todos, y sin embargo ahí están, se despliegan, cambian con el tiempo, mutan, pero ahí están. 

¿Qué significa para vos ir a un cementerio? El primer acuerdo que tendremos es el del respeto, hacer silencio, no interrumpir el curso diario del lugar, no sacar fotos. Nosotros venimos a disfrutar y a ver una obra, pero otros no. 


La cita es en la entrada del Cementerio de la Chacarita. Nos recibe un guía que parece salido de otra época, vestido en pantalón y chaleco, paraguas en mano y un pequeño grabador a cassette. Nos entrega el mapa con las Instrucciones para llegar a Omar. 


Caminamos juntos y solos a la vez. A medida que vamos recorriendo el espacio, pasamos los árboles, luego grandes terrenos y empiezan a aparecer unas edificaciones brutalistas, de líneas firmes. Dejamos atrás el ruido de la calle y nos entregamos a la paz que tiene el silencio, a pensamientos que vienen y van. En el recorrido nos encontramos con distintos guías, todos parecen salidos de la ficción. Nos invitan a mirar y nos indican a dónde llegar.


A partir de ahora vamos atravesando espacios, dejamos el pasto y empezamos a bajar hacia el Sexto Panteón. No importa que estemos abajo, la luz llega igual. Las escaleras, techos, puentes, barandas y pasillos generan líneas rectas que estimulan el orden y la tranquilidad. Nos dicen que el diseño ayuda a no pensar. 


Nuestros guías aparecen arriba, abajo y a los costados. Como si estuvieran en todas partes y cada uno nos introducirá a una reflexión distinta. A veces la muerte puede resetear a la humanidad, desafiando la lucha de clases con un efecto igualador. Otras veces, no. ¿O acaso vos podrías ser enterrado en el Cementerio de la Recoleta? El Cementerio de la Chacarita nació con la fiebre amarilla de 1871, Recoleta había prohibido que inhumen ahí a quienes habían muerto por la epidemia y el pueblo necesitaba un hogar cuando se apague la vida. 

En 1950 se trasladó un árbol gomero (hijo del histórico) de la Recoleta y se amplió el Panteón. Como un Robin Hood de la muerte, el pueblo también tuvo su lugar. Es que en Chacarita está tu vecino, el que atiende el almacén, el portero, pero también Antonio Berni, Alfonsina Storni o Roberto Arlt. 


La construcción del Sexto Panteón estuvo a cargo de Ítala Fulvia Villa pero no aparece su firma y hay quienes atribuyen la obra a Tesla, que en verdad trabajaba para ella. ¿Será que ser mujer no alcanzaba para algunos que se encargaron de borrar la historia? 


Mientras avanzamos por los pasillos, escaleras y rincones, la ficción se fusiona con la realidad y al pasar podés leer algunas dedicatorias: “Tan bella como tu alma, tu esposo” dice una de ellas, con una foto en blanco y negro de una mujer con el pelo recogido. Habían también flores de plástico, virgencitas, muñecos, cuadros de fútbol. 


Debo reconocer que al haber perdido seres queridos recientemente, la emoción me recorre el cuerpo, una dedicatoria, un recuerdo, una invitación a reflexionar, todo está ahí volando y me llena de recuerdos. Pero el recorrido es sensible y amoroso, no hay golpes bajos, y el placer estético invade los pensamientos. Las pausas, el ritmo, la música, las voces, todo tiene la cadencia exacta. Te dejan un pensamiento flotando para que te lo apropies y lo resignifiques al caminar. No hay climas forzados ni impuestos, cada momento necesita su tiempo y lugar, y así es. 


Una obra más real que la del mundo” es poética y realista a la vez, te pone hechos sobre la mesa pero te los muestra de un modo absolutamente bello. Cada imagen del recorrido queda guardada como una imagen fotográfica a encuadrar. Podemos hablar de la precarización laboral, de la lucha de clases, de conflictos de poder, y a la vez del arte, la identidad, los rituales, la sensación de perderse y necesitar salir a caminar para encontrarse. No es fácil salir de la obra, pero te regalan unos minutos más de música, de pasto, de cielo, y un poco de whisky.

La obra es la segunda creación de la compañía La mujer mutante, coproducida por la Bienal de Arte Joven 2019, el XII Festival Internacional de Buenos Aires, el programa Barrios Creativos y Reseti. Además, recibió una tutoría del Jardín Sahel.


Ficha técnica Guías: Federico Pereyra, Flor Sánchez Elia, Ignacio Pereyra, Nadia Lozano y Victoria Roland. Diseño sonoro: Matías Coulasso. Diseño de iluminación: Valeria Junquera. Dirección de arte: Uriel Cistaro. Realización de vestuario: Adriana Baldani, Emanuel Nem y Patricia Mizraji. Dibujos para programa: Flor Sánchez Elía. Diseño gráfico de programa: Nadia Lozano y Juan Coulasso. Registro Audiovisual: Francisco Castro Pizzo. Colaboración artística y bitácora de ensayos: Macarena Trigo. Textos: Federico Pereyra, Flor Sánchez Delía, Ignacio Pereyra, Juan Coulasso, Nadia Lozano y Victoria Roland, a partir de citas, testimonios reales, documentos históricos y algunas fantasías. Producción: Compañía La mujer mutante. Asistente de escena: Camila Cobas Lamas. Asistente de dirección: Romina Trigo. Dirección coreográfica y colaboradora en dramaturgia: Natacha Visconti. Idea y concepción dramatúrgica: Juan Coulasso y Victoria Roland. Dirección: Juan Coulasso.

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