Publicada en la web del Área de Comunicación y Artes Escénicas - artesescenicas.sociales.uba.ar
Escilia luminoso. Una mujer embarrada, autos, enredaderas, un espacio abandonado, apocalíptico, más barro y tripas. Estamos comenzando nuestro viaje por “Tiestes y Atreo”, la versión de Emilio García Wehbi de la tragedia griega de Séneca.
Niñas vestidas, uniformadas, disfrazadas, como de azafatas. Sobrevivientes al maltrato, se entrenan en las artes de la agresión para que deje de afectarlas, dejan de responder para volverse invisibles y no llamar la atención, se disfrazan a la moda y salen a recibir insultos. Niñas, mujeres, minorías. Declaran su venganza a Walt Disney, payasos y teletubies. Se animan a capturar monstruos y terminan muertas en nombre de un símbolo iluminado en medio del escenario.
Música en vivo, intervalo, conexión de lo simbólico con la tragedia que nos convoca y una narradora guía que nos pondrá en órbita: en la tragedia de Séneca, a modo de venganza Atreo mata al hijo de Tiestes, lo cocina y se lo sirve para la cena...Caribdis luminoso, y actuaciones femeninas en una cultura falocrática. Mujeres, jóvenes, niñas, minorías. Un palacio, una mesa inmensa, la última cena antes de matar al hijo... ¿Sabían que el hebreo es el único idioma que tiene una palabra designada para nombrar al padre que perdió un hijo? La excepción confirma la regla.
“Podríamos entender que históricamente las generaciones mayores devoran - de manera simbólica - a las nuevas generaciones. El hijo, que tiene la posibilidad de la diferencia, que puede discutir con las tradiciones, con la patria (cuya etimología es “tierra de los padres”) es asesinado por el padre para cercenar esa discusión...” dice Emilio García Wehbi en el programa de mano.
El texto apela constantemente a lo simbólico, al juego del lenguaje, a la historicidad, la metáfora, a sugerirnos ideas, lugares recurrentes y conocidos en representaciones que parecen ajenas y distantes. Un texto inteligente que construye y quiebra, nos mueve del lugar común, nos hace pensar, re-pensar e hilar cabos sin parar, metalenguaje, referencias, lugares de poder y cuestionamientos.
Analía Couceyro y Maricel Álvarez le ponen el cuerpo a Tiestes y Atreo con intensidad, con fuerza, matices, con un despliegue que da placer e impide quitar la vista de allí. Monologan, no se escuchan, en una oralidad que a veces se asemeja a un discurso político, con pausas, repeticiones y acentos. Poco lugar queda para el discurso de las hijas, que se autoconsumen de enfermedades sociales, que ese “deber ser” impuesto, que no las convoca, ni las escucha, ni acepta diversidad. “No hay nada peor que matar a un niño”, se afirma, sensible, como tratando de explicar algo que debería ser obvio pero no lo es tanto en una sociedad que criminaliza a los jóvenes.
Los aplausos no escapan a lo simbólico de toda la obra. Pañuelo verde en mano, las nuevas generaciones traen cambios y nuevos puntos de vista, volver a poner el foco en la mujer, las minorías y la crítica a la cultura falocrática, patriarcal.
Aún finalizada la obra, seguimos pensando, en las vueltas del lenguaje, los símbolos puestos en escena, y seguimos encontrando matices. Las luces, la escenografía, todo trabaja en función de un punto de partida y tesis que se va desencadenando, como en cuotas, pistas, indicios y va reforzando el sentido.
Teatro Nacional Argentino. Teatro Cervantes (Libertad 815, CABA).
Ficha técnica
Adaptación: Emilio García Wehbi
Actúan: Maricel Alvarez, Florencia Bergallo, Analía Couceyro, Érica Dalessandro, Veronica Gerez, Cintia Hernàndez, Mercedes Quijeiro, Jazmin Salazar, Mìa Savignano, Lola Seglin, Lucía Tomas.
Vestuario: Belén Parra.
Escenografía: Julieta Potenze.
Iluminación: Agnese Lozupone.
Música: Marcelo Martinez.
Asistencia de iluminación: Gladys Escudero.
Directora musical asistente: Vanesa Del Barco.
Producción: Santiago Carranza, Leandro Fernandez.
Coreografía: Cecilia Argüello Rena.
Coaching de niñas: Aymará Abramovich.
Dirección musical: Marcelo Martinez.
Dirección: Emilio García Wehbi.
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