Publicada en la web del Área de Comunicación y Artes Escénicas - artesescenicas.sociales.uba.ar
Entramos al teatro y ya el foyer es una fiesta, algunos tienen bocas grandes rojas, otros medias de red, pelucas, batas como de quirófano, guantes de látex, y hasta un pequeño velo. La gran mayoría de los espectadores saben lo que vienen a ver, esperan la sorpresa de la versión pero conocen la historia, el código. Pero también hay otros espectadores, curiosos, que llegaron atraídos por la gráfica, la prensa, los actores o algún comentario que recibieron y empiezan a percibir poco a poco con lo que se va a encontrar.
Trixie (Melania Lenoir) nos da la bienvenida al musical, con una introducción de lo que está por venir, hasta que aparece el criminólogo con los hechos “objetivos”. Brad (Walter Bruno) y Janet (Sofía Rangone), comprometidos, deciden ir a visitar al Dr. Everett Scott (Maia Contreras), pero en el camino se rompe su auto, llueve, y no les queda otra que pedir ayuda en el antiguo castillo del Dr. Frank N. Furter (Roberto Peloni) que es una especie de Dr. Frankestein transvestido transexual que mientras crea “el ser humano perfecto”: Rocky (Ignacio Perez Cortes), convive con transilvanos que anhelan volver a su planeta Transilvania, su sirviente Riff Raff (Federico Coates), su hermana Magenta (Melania Lenoir) y Columbia (Micaela Pierani Mendez). Así es como se van desarrollado una serie de contratiempos disparatados. Una gran parodia a la ciencia ficción de la época que se ha convertido en una obra de culto.
Esta obra, que también tiene su versión cinematográfica: “The Rocky Horror Picture Show”, tiene como particularidad la gran participación del público. De principio a fin, la obra es una fiesta que se nutre de lo que sucede en las butacas, cuyos espectadores juegan a ser escenógrafos y actores extras. Al iniciar la función hay algunas pautas: siempre que llueva podemos taparnos la cabeza con un papel de diario (el programa de mano sirve perfectamente para este fin), cuando escuchemos la canción “una luz” estamos permitidos a iluminar con nuestros celulares (o linternas si es que fuimos preparados), cada vez que alguien diga “Brad” estamos autorizados a gritar “BOLUDO!” y cada vez que mencionen a “Janet” podemos gritar “GATO!”, usar guantes de látex cuando nos encontremos en el laboratorio y tirar papel picado en la escena del “casamiento”. Y como si esta participación fuera poca, en el programa de mano nos enseñan a bailar la “Time Wrap” (canción de los transilvanos) y nos invitan a hacerlo junto con ellos desde nuestras butacas.
Ver tanta energía y tantas ganas de participar del público en el circuito comercial es precioso, la obra se vuelve una fiesta de principio a fin, un público totalmente dispuesto (inclusive dispuesto a ir con vestuario) que se permite jugar y que logra que alguien se atreva a decir “el público hizo la magia”.
Melania Lenoir se luce con su versión de Magenta, Federico Coates en la piel de Riff Raff es un placer por lo detallista de cada movimiento y Roberto Peloni es tan ideal para el papel que su sola aparición en escena genera el alboroto del público. Pero más allá del desempeño de cada actor, la principal percepción de placer viene por la energía que se maneja tanto dentro como fuera del escenario. Incluir al espectador que participa dentro de la misma escena se vuelve un acierto. Y es que se vuelve casi imposible poder escribir de esta obra sin pensar en el efecto del público que se vuelve casi el espectador ideal, dispuesto al juego y a recibir estímulos.
FICHA TÉCNICA
Frank N. Furter: Roberto Peloni.
Magenta: Melania Lenoir.
Riff Raff: Federico Coates.
Brad Majors: Walter Bruno.
Janet Weiss: Sofía Rangone.
Rocky: Ignacio Perez Cortes.
Columbia: Mica Pierani Mendez.
Dr. Scott/Eddy: Maia Contreras.
Ensamble: Luli Muiño, Lucas Gentili, Facundo Magrané, Mariano Condoluci, Ana De Vicentis y Julia Tozzi.
Dirección general: Equipo Creativo Andie Say.
Dirección vocal y musical: Lorenzo Guggenheim.
Coreografía: Alejandro Lavallen.
Asistente de coreografía: Antonella Campaniello.
Adaptación libro y letras: Marcelo Kotliar.
Producción ejecutiva: Estanislao Otero Valdez.
Producción ejecutiva: Victoria Saud.
Producción ejecutiva: Nicolás Dal Farra.
Vestuario: Javier Ponzio.
Escenografía: Ana Diaz Taibo.
Iluminación: Martín Rebello.
Diseño de sonido: Mariano Del Rosso.
Stage Manager: Alan Gejtman y Gina Solor.
Asistencia de dirección: Laira Eslava.
Diseño gráfico: Matías Gordon.
Marketing digital y social media management: Belu Maffei.
Comunicación y prensa: Carlos Mazalán, Marcelo Boccia y Ariel Zappone.
Asistente de producción: Tamara Bur.
Asesor legal – Asistencia producción: Andrés Coll Areco.
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