Publicada en la web del Área de Comunicación y Artes Escénicas -artesescenicas.sociales.uba.ar
Todo está oscuro, suena un piano cuya música acompañará toda la obra. Seis personas amontonadas que avanzan lentamente y entre frases sueltas podemos imaginar un viaje en auto y un relato que se construye a partir de lo que se ve a través de la ventanilla. “¿Qué hacés? Respiro”.
Tres parejas y una bebé que van al bosque. A algunos los unen lazos muy fuertes, otros apenas se conocen. Mientras hacen carne asada se van definiendo los vínculos, se van trazando relaciones, se deja ver el germen de lo que no se dice. A veces se juzgan, a veces se mienten y a veces simplemente se toleran. Al principio todo es lento, superfluo, desconectado, hasta que sucede algo que cambia la acción.
Se apagan las luces, las ropas cambian, se ven andrajosas, sucias, quemadas. Los cuerpos van al piso y cobran fuerza. Aparece un nombre que resuena tan fuerte que no se puede decir, el nombre de la bebé que su madre sabe muy bien pues lo eligió pero que ahora solo puede decirlo como un susurro: “Gloria”. Hasta que logra gritarlo con todas sus fuerzas. Los cuerpos comienzan a moverse de un lugar al otro. Zapatillas por todos lados. Golpes. Aquí la acción se vuelve dinámica en los cuerpos y detallista en el relato, tan detallista que se vuelve sensorial, que sucede como en cámara lenta aunque los cuerpos no paren de moverse, que sentimos – tal como describe Miranda, la mamá de Gloria – que los sentidos se despiertan y se adormecen a la vez.
Nos invade lo negro, lo animal, la tristeza. Parece que no podremos salir de ahí pero pronto llegará la calma. Empieza a aparecer cierto juego en el movimiento, cierta calma en la voz, el intento de comprender lo que pasó y el deseo de negarlo y que no haya pasado nada. Aparece lo animal de cada uno, el descubrimiento de lo que se ama, el deseo de recuperar lo amado, el intento de salvarlo aunque cueste la vida, la negación de perder lo amado, como un instinto de supervivencia.
La iluminación es exacta y preciosa, se combina tan bien con la música, el uso de la escenografía y el accionar de los cuerpos, que nos despiertan imágenes absolutamente bellas. La puesta permite usar espacios altos, medios y bajos; permite no racionalizar y detenerse en lo sensorial, lo sensible, lo contradictorio. Nos permite la belleza en lo profundamente triste, lo animal, lo salvaje. El cuerpo en escena en función de un relato al que complementa, que enriquece y alimenta.
Un incendio y lo que queda de las personas que lo atraviesan. Una pieza de arte que se aleja del campo y la ciudad, que delimita un horario pero prohíbe zapatillas, que busca estar a salvo. “¿Qué hacés? Respiro”.
Negro Animal Tristeza de Anja Hilling (Editorial Escénicas.Sociales) se puede conseguir en la boletería del teatro Beckett.
Beckett Teatro (Guardia Vieja 3556, CABA).
Ficha técnico artística
Autoría: Anja Hilling
Actúan: Carlos Donigian, Pablo Ezequiel Martínez, Yanina Martino, Jorgelina Pérez, Gastón Rodriguez, Javier Torres Dowdall
Trailer: Soledad Guerrero
Diseño de vestuario: María EmIlIa Serrano
Diseño de escenografía: Magali Acha
Diseño de luces: José Binetti
Realización de escenografía: Jean PIerre GueVara
Realización de vestuario: María EmIlIa Serrano
Música original: Juan Pablo Martini
Fotografía: Maxi Bort
Diseño gráfico: Bárbara Delfino
Asistencia de dirección: Romi Venegas
Prensa: CorreyDile Prensa
Producción: Yanina Martino
Gestión De Derechos Autorales: Hartmut Becher
Puesta en escena: Carla Llopis
Dirección: Carla Llopis
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