Comenzó el Festival Internacional de Buenos Aires #FIBA12 por primera vez en edición de verano y una de sus propuesta fue la Maratón Abasto los días jueves 25 y viernes 25 de enero. Nunca vi algo así en Buenos Aires. Las calles vestidas de fiesta. Todo un circuito que se caracteriza por el arte emergente abre sus puertas y lo hace visible.
Una de las cosas más impactantes tal vez fue la diversidad: de públicos, de propuestas... Había gente de todas las edades, gente en grupo, solos, con perros, con bicicletas, gente asomada de los balcones, niños, adultos mayores, la calle estaba llena de caras nuevas que se encontraron para compartir. En relación a las propuestas, daba la sensación de no poder abarcarlo todo: recitales al aire libre, bailes al ritmo de la percusión, obras en balcones, en vidrieras, adentro de casas, en jardines, en teatros, en la calle, danza, cine, artes visuales, fotografía, juegos, shows aéreos, feria de comida orgánica...
El espacio estaba pensado para un público diverso, para que todos disfruten, solo había que pedir un mapita y “armar tu propia aventura” según gustos, intereses y curiosidad. O simplemente caminar las calles, toparse con actividades y dejarse llevar.
Ya en la estación Carlos Gardel del subte B se podía comenzar el recorrido con “Espacios Gemelos” de María y Paula Marull. Por un lado un nacimiento y por el otro un funeral. Dos escenas que sucedían como un una vidriera con la puerta abierta, donde algunos espectadores se animaron a entrar para formar parte de la acción.
Luego podías caminar por Agüero hasta Guardia Vieja, allí la sensación era de “kermés”: paraguas e inflables que funcionaban de techo, peluquería, espacios para pintar, música, murales y bares abiertos con promociones exclusivas... el clima festivo invitaba a quedarse, nos olvidamos de lo solemne que pueden parecer las artes escénicas, nos sentimos bienvenidos y nos animamos a entrar... así gente de todas las edades se iba arrimando hacia las distintas actividades.
El jueves a las 7 las calles estaban pobladas de adolescentes (lo que hoy llaman generación z o centennials) gracias al recital de Louta, que tocó una hora con un público participativo que bailaba y se divertía.
A las 8 comenzaba a escucharse desde la esquina un show de percusión. La escuela de percusión con señas de #ArteEnBarrios: GPS, jugaba con la gente en un ir y venir de sonidos hasta desplazarse hasta el escenario y lograr el baile general.
Mientras, comenzaban a formarse las filas para los espectáculos gratuitos en los teatros, algunos se iban para Bombón Vecinal y otros seguían recorriendo. Podías terminar jugando al metegol por la calle Zelaya, bailando en una esquina, escuchando una banda que toca desde un balcón o apreciando un show de trap en un edificio en construcción como “Momento”.
Luego, podía suceder que algo comenzara a moverse en una vidriera como la de La Percalina y aparezcan imágenes hermosas, nos convertimos en espías partícipes de otros tiempos, nos sentamos en el piso cual niños y nos sonreímos. El aura estaba presente en todo momento, ese aquí y ahora con la certeza de saber que estamos viviendo un momento único, que no volverá a repetirse tal cual, y nos sentimos afortunados de justo haber pasado por esa calle en el momento justo en que empezó la acción.
Casi sin darnos cuenta se hace de noche, y Air Condition nos sorprende con un show de arneses y proyecciones en pleno supermercado Coto. Es hermoso. Los cuerpos se fusionan, se extienden, se abrazan, juegan y corren. Y las proyecciones nos regalan otras perspectivas, habitando espacios cotidianos como lo es la pared de un supermercado.
Me animo a decir que el FIBA se vistió de fiesta y salió a la calle a mostrar las distintas aristas del arte, una fiesta donde estamos todos invitados (habitués y no tanto). Las calles del Abasto que tanto conocemos nos abrieron las puertas desde otra perspectiva, más colorida, diversa e inclusiva.
Nota también publicada en www.comuyescenicas.wixsite.com/escenicas-fsoc
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