La obra comienza con el inicio del universo, desde lo más ínfimo hasta lo más amplio. El vacío del todo y lo infinito de la nada. Ser todo y nada a la vez. Hasta dar con un punto en el espacio: Ushuaia, el fin del mundo, en un momento particular: el encuentro de Blanca (Lorena Vega) y Aurora (Valeria Lois) en el velorio del papá de ésta última.
La ausencia será el puntapié inicial para iniciar este viaje a través del relato de estas dos amigas, desde su subjetividad, su intensidad, su intimidad. “La vida de estas dos mujeres es una vida tan inmensa y tan baldía como cualquier otra”, dice el autor y director, Mariano Tenconi Blanco. Vidas complejas y cotidianas a la vez, ajenas y propias, que nos hacen reír, llorar y emocionar.
El relato será un ir y venir en el tiempo, con elipsis y metáforas, un ida y vuelta de cómo se fue forjando una relación de amistad más allá del tiempo y las distancias, de absoluta incondicionalidad. Así, estas dos mujeres irán dialogando entre ellas y con nosotros, en un espacio de intimidad que les permitirá hablar con la honestidad de quien confiesa lo que no se anima a aceptar, lo que enorgullece y también lo que avergüenza, lo que da fortaleza y debilidad. Las actrices irán atravesando distintos estados con una fuerza y una sinceridad conmovedoras. El diseño de iluminación acompañará cada uno de estos estados de forma notable, por momentos nos sentiremos encandilados, como si nos costara tolerar tanta luz, en otros momentos habrá un azul que nos brinda calma, un rojo caótico o una oscuridad acompañada por proyecciones.
La música en vivo ayudará a recrear un instante como detenido en el tiempo, en el universo de los recuerdos, de lo onírico, donde música, iluminación, dramaturgia, actuaciones, escenografía y vestuario trabajarán en conexión logrando un clima de juego e intimidad, en constante elipsis. El vestuario, de colores pastel (salvo en el final con vestidos de gala y colores intensos), va cambiando estilo según épocas, se va reconociendo en la madurez de estas mujeres, mostrando personalidad y cambios.
Hay algo del orden de la ficción que siempre está presente. Las amigas se vinculan entre ellas y con el mundo a través de la escritura y la lectura. Con mucho humor, con drama y poesía. Y se comunican con nosotros, espectadores, a través de un texto que tiene una sensibilidad acorde al homenaje que se hace a la literatura argentina a través de Hernández, Sarmiento, Borges, Saer, Sara Gallardo, Storni, Giannuzzi, Madariaga, Pizarnik, Arlt, Copi, Aira...
Llega el final y mi acompañante me dice: “Me cayó el meteorito a mí”. Es que como espectadores nos vemos envueltos en la ficción, sensibilizados con estímulos visuales, sonoros y del propio cuerpo en escena en acción.
El autor de “Todo tendría sentido si no existiera la muerte” nos trae un texto que presenta algunos puntos en común, con escenas cotidianas y extraordinarias a la vez, con humor y dramatismo dentro del naturalismo, con textos poéticos y llenos de frescura, que las actrices saben hacer cuerpo y logran despertar nuestra imaginación en todo momento. Nosotros, silenciosos desde nuestras butacas, nos animamos a jugar con ellas desde nuestra imaginación.
Teatro Nacional Argentino - Teatro Cervantes (Libertad 815, CABA)
Ficha técnica
Autoría:Mariano Tenconi Blanco Actúan: Valeria Lois, Lorena Vega Vestuario:Magda Banach Escenografía: Ariel Vaccaro Iluminación: Matías Sendón Diseño Audiovisual: Agustina San Martín Músico En Escena: Elena Buchbinder Música: Ian Shifres Asistencia de dirección: Ana Calvo Producción: Yamila Rabinovich Coreografía: Jazmín Titiunik Dirección: Mariano Tenconi Blanco
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