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Foto del escritorFer Blanco

El fin

Actualizado: 10 jun 2020


Todo afuera se desvanece pero ellos permanecen abrazados. Todo es oscuridad y silencio, pero ellos siguen hablando y se iluminan, como focos específicos entre tanta sombra. Mientras los puentes se caen y los edificios se desmoronan, allí están, juntos.


Huyen del fin, y nosotros los seguimos. A veces caminan, otras veces corren y otras se arrastran. Lo queman todo, lo tiran por la ventana, se quedan solo con lo indispensable: ellos, el amor, la esperanza, el deseo de seguir aunque no haya mañana.


“El Fin” es como asistir a una puesta de arte contemporáneo de un museo. Imágenes que a veces no comprendemos pero sentimos, otras que no sentimos pero que las comprendemos muy bien por el conocimiento previo en las artes, rincones como piezas curadas en la puesta general, obras específicas unidas por todo performático.


Y como arte, también interpela e incomoda. Nos obliga a movernos, a pensar, a aceptar los silencios y vacíos, pero también la euforia y el exceso de información. Nos habla con figuras retóricas constantes, metáforas aquí y allá. Conviven el caos y la calma.


Nos vamos moviendo desde un plano general hacia un plano detalle, acercamos la mirada, nos arrinconamos, nadamos en la profundidad del relato. Pero para que todo esto suceda, debemos ser espectadores activos y predispuestos.


La iluminación es hermosa. Ofrece la posibilidad de mirar desde distintas perspectivas, hacer foco en detalles, puntos aislados, relatos en la soledad, pero también encuentro. Focos que desvelan, que dan cuenta de la presencia de los protagonistas en el relato. Focos que los envuelven, que los exceden pero también los contextualizan. Focos fosforescentes, que marcan un camino a seguir, que resaltan, que van en movimiento. Las luces se vuelven importantes y activas en el relato, marca el clima y la narrativa.


La puesta los obliga a los cambios de espacio y puntos de vista, miramos arriba y abajo, nos arrastramos nosotros también. Recibimos el relato desde las luces, los sonidos y el cuerpo en acción. Hay mucho de teatro físico en esta obra que sus intérpretes saben llevar de modo admirable. Sentimos.


Allí afuera todo sigue. La gente pasa casi sin mirar, sigue de largo. Puertas adentro algo sucede y algún niño avivado logrará hacerlo notar: “Wow, ¿qué es eso? ¡Algo pasa ahí adentro!”- dice el niño y señala el espacio. Pero nadie lo mira y siguen caminando. Aquí adentro hay teatro y allí afuera parece no importar. El contraste es sensible y caótico a la vez, distrae pero también da cuenta de una escenografía perfecta. Afuera: el fin, adentro: la esperanza. Afuera: el caos, el desinterés, adentro: el teatro. Y se van, hacia ese afuera, hacia el fin, y mirar por la ventana es como mirar una pantalla cinematográfica.


Luego llegará la música de Paula Maffía que nos ayuda a volver y nos da paz.


“Cuando todo se destruye sólo queda el deseo de estar cerca. Los única certeza que tenemos es el fin que se aproxima. Y así, quemamos libros y miramos por la ventana; tomamos helado y nos grabamos con la cámara; caminamos por la playa y nos acordamos de quiénes éramos. En el fin del mundo, la resistencia del amor”.


*La obra ganó el Primer premio del X Premio Germán Rozenmacher de Nueva Dramaturgia del Centro Cultural Rector Ricardo Rojas y el Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA).


Ficha Técnica

Intérpretes: Bárbara Massó, Diego Benedetto, Belén Gatti y Camila Conté Roberts.

Música en vivo y diseño sonoro: Paula Maffia.

Letra de la canción: Giuliana Kiersz.

Dirección coreográfica, asesoramiento de puesta en escena y creatividad: Jazmín Titiunik.

Diseño de luces y objetos lumínicos: Vorónica Alcoba.

Fotos y video: Laura Castro.

Asistente de dirección: Maxi Muti.

Proddución general, espacio, vestuario y asesoramiento creativo: Valeria Casielles.

Autora: Giuliana Kiersz.

Dirección general, puesta en escena, vestuario, concepto: Maruja Bustamante.

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